miércoles, 7 de mayo de 2008

La Orquesta

"No hay mejor manera de medir el tiempo que con una partitura, y no hay mejor manera de sentir el presente que con la música"

Empieza una leve melodía, una flauta solitaria en medio de la multitud, entre arcos tensados y dientes apretados; la melodía fluye sin parar, ya no se detendrá. En el fondo siempre suena. En ocasiones se hace oír en un paseo lento y pesado, en ocasiones rápida y fugaz. A ratos desapercibida entre mucho barullo y en otros encaramada intensamente al árbol de la Vida.
Pronto llegan los violines, los bajos, el resto de cuerdas y, casi sin darnos cuenta estamos rodeados y azotados por el ir y venir de los oboes, las flautas y el conjunto de vientos. Todo se ha convertido en un espléndido espectáculo del que no podemos apreciar todos sus detalles, no podemos retener todos los giros, percibir todos los guiños. ¿Y la flauta? ¿Dónde está la melodía de fondo? No soy capaz de oírla. Pasa de largo, sigue su rumbo, sin detenerse un segundo y ahí estamos nosotros, distraídos por el caos ordenado y estructurado generado a nuestro alrededor...
Y así van pasando los movimientos, como acontecimientos incontrolados, fuera de tu alcance, mero espectador del devenir de la obra... ¿Y la flauta? ¿Dónde está que es tan difícil oírla?
De repente, en un momento imposible de definir, sin quererlo pero sin evitarlo, empiezas a percibir un solo instrumento, que sin sobresalir sobre los demás, no puedes dejar de escucharlo, no puedes dejar de buscarlo...; el bombo resuena en tu interior y ya no puedes dejar de seguir su armonioso sonido, su timbre, su intensidad... Todo el concierto cambia y ya no es uno cualquiera, es... la obra más bella que se haya podido escribir jamás, la más suave y ligera, la más dulce y refinada. Melodía de melodías... Y el encuentro es único, los entrecortados estacattos, los largos trémolos, los veloces toques de contralto entremezclados con violines eufóricos. En un instante todo parece removerse, las cuerdas vibran, las flautas se agitan, la percusión se acelera y, sin más..., el irremediable, esperado, ansiado choque final de los platillos, vibración de vibraciones, tensión descargada, espontánea y larga breve sacudida, que resonará en la eternidad del recuerdo, en la infinitud de la materia, en el vacío del Universo.
¿Y la flauta?, ¿A dejado de sonar? Qué importa ahora...

1 comentario:

GRONDY dijo...

A mi si me importa........¿que fue de la flauta?.....
Muy bonito, si señor.